¿Sufrimos sin saberlo?
Extraña pregunta.
Extraña pregunta.
El entorno nos educa. ¿Puede manipularse esa educación?
¿Se nos puede enseñar a no sentir tal o cual dolor para
llevarnos por un camino antinatural que aceptemos “voluntariamente”?
¿Qué es el dolor, para qué sirve?
Biológicamente el dolor es una herramienta que tiene el cuerpo para avisarnos de algo que va mal. Es un alerta que requiere una acción inmediata de nuestra parte.
Biológicamente el dolor es una herramienta que tiene el cuerpo para avisarnos de algo que va mal. Es un alerta que requiere una acción inmediata de nuestra parte.
Psicológicamente es lo mismo, pero en otro entorno.
¿Hay más clases de dolor? Si, muchas más, pero hoy me
interesa éste que nos avisa, que nos informa, que nos protege. Me interesa
porque he notado que puede ser vulnerado.
Hace años que hablo sobre este dolor que se nos ha enseñado
a no atender, a no obedecer, a perpetuar, bajo la excusa de que es normal y no
se lo puede evitar.
Cuando hablo de esto en mi entorno de trabajo me dicen que
soy exagerado, que, de últimas, todos lo tenemos que sufrir y que es nuestra
obligación sobreponernos y seguir adelante… Me resulta un concepto suicida.
El dolor nos avisa que estamos en una situación inaceptable,
peligrosa, que requiere solución inmediata. Pero nuestra educación dice que
sigamos adelante sin hacerle caso.
Este dolor ignorado nos lastima. La ayuda ignorada, la
necesidad no satisfecha, la urgencia no atendida, nos daña.
Krishnamurti: “El dolor embrutece”.
Nos embrutecemos.
A tal punto que ya no sentimos al dolor como dolor.
Nuestras conductas se alteran, hallamos nuevas actitudes para continuar
omitiendo la alarma del dolor. Nos dañamos, ignoramos, seguimos adelante. Ya no
obedecemos a nuestros mandatos internos, ahora obedecemos a mandatos externos
contra nosotros. Nos embrutecemos, nos envilecemos, nos subvertimos. Vamos
contra nosotros mismos y, al hacerlo, vamos contra nuestros semejantes… Pero no
lo vemos, no lo aceptamos, no queremos hacernos cargo de eso, lo negamos… y
seguimos.
En nuestro camino aprendemos a llamar “normal”, “común”, “habitual”,
“obvio” a ese mandato externo contra nosotros mismos.
Y si nos dañamos a nosotros mismos, dañar a otros tampoco es
malo (“amad a vuestros hermanos como a vosotros mismos”). Y si nos amamos ni
nos respetamos, lo mismo haremos con los otros: círculo vicioso.
Ha pasado el tiempo. Las conductas destructivas se han
profundizado. Ya no siento el dolor, simplemente obedezco al mandato externo,
me refugio en la lógica torcida que lo justifica.
Hay pensadores que explican que la pasión por el trabajo
puede hacernos catarsis de ese malestar y lograr cosas buenas si lo utilizamos
como motivador… en estos conceptos se da por sentado que no haremos nada, que
no hay que hacer nada con lo que nos lastima. Estos conceptos son herramientas
para soportar cada vez más dolor, más embrutecimiento, más del veneno
envilecedor que se nos administra a diario.
Sigue pasando el tiempo. Algunos individuos se despiertan a
este hecho. No son tenidos en cuenta. Se los tilda de rebeldes. Pero ellos
siguen explicando lo que han descubierto, instan a otros a abrir los ojos. Se
los tilda de enfermos, se los analiza, se los medica.
Cada día son más los que abren los ojos. Hace falta otra
excusa o ¿es que todos estamos eloqueciendo? No, no, es el stress… inventamos
otra palabra para distraer. Al crearla institucionalizamos el dolor, el sistema
de tortura sistemática para continuar con el objetivo trazado de utilizar al
hombre como una cosa. ¿Qué hacer contra el stress? “Descanse un poco… no se tome
todo tan a pecho…” Es irónico y hasta macabro porque al día siguiente, en
nuestros sitios de trabajo recibimos un mensaje opuesto: “la solución es la
realización que viene a través del esfuerzo premiado: trabaje más, hasta
obtener logros que sean lo suficientemente buenos como para ser premiados y
allí encontrará su satisfacción…”
Algunos siguen con los ojos abiertos y concilian ambos
mensajes, deciden rebelarse y explicar a los demás lo que sucede, pero nadie
los entiende:
Matrix (película): el hombre despierta dentro de un frasco
con gel en el que se le han suprimido los sentidos, se o utiliza como una pila
para generar energía que otros usan.
Residen Evil 5 (el juego): Muestra a una corporación
contaminando a una población con un virus que los hace mutar genéticamente y
toma su voluntad. Serán utilizados para un fin específico.
Somos esclavos, nos duele serlo, pero ya no lo sentimos. Un
sistema publicitario no nos permite verlo. Sufrimos las mayores atrocidades y
nos sentimos “exitosos” cediendo a la tortura con una sonrisa, con orgullo,
negando nuestro dolor…
Entre la multitud engañada, uno abre los ojos, de repente,
sin motivo aparente. Tan solo pasó su umbral y alzó sus párpados. Ese que abrió
los ojos vio, repentinamente, al grupo al que hasta hace un momento pertenecía.
Lo vio como ajeno, como atroz, como insoportable… pero para los demás el dolor
era invisible... y continuaban su locura, con toda normalidad.
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