Punto de partida. Mi posición frente al mundo:
- El mundo es lo que es.
Cuando nacemos se nos presenta ante nosotros un escenario que sentimos
como nuevo. Parece algo fijo, inamobible, inflexible, pues somos
ignorantes en ese momento a causa de estar en este nuevo entorno. Pero a
medida que lo vamos conociendo también lo vamos transformando.
Externamente, si, pero también internamente.
Comienza, entonces, a ser una masa para amasar. Es un barro en nuestra
mesa de alfareros en la que creamos la imagen que tendremos del mundo.
Es hilo en nuestro telar con el que tejeremos nuestra interpretación de
las relaciones entre las percepciones del mundo y las interpretaciones
que iremos formando en nuestro aprendizaje. Es masa que amasamos y
condimentamos y le damos forma y la horneamos... para hacer el alimento
de nuestro espíritu.
- El mundo es lo que hacemos de él.
"La vida es sueño", es interpretación de impulsos en una interfaz
biológica que los representa como sonidos, imágenes, y tantas otras como
aptitudes de percepción tengamos.
- El mundo es sueño.
El mundo es un estado de conciencia. Percibimos, vaya uno a saber qué
vibraciones del universo y logramos interpretarlas como una unidad de
conjunto. Así imaginamos que tenemos un órgano de percepción. Nos
inventamos un cuerpo que tiene las cualidades de lo que podemos hacer en
ese universo. Lo hacemos como conjunto pues la humanidad es una unidad y
los individuos sus células: es un sueño compartido, el de las partes
que aún no tienen conciencia de conjunto y se creen individuos. En ese
cuerpo ponemos los órganos de los sentidos. También descubrimos que
podemos ejecutar ciertas acciones en el universo y también les creamos
órganos. Son órganos de acción como piernas y brazos, manos, cuerdas
vocales... Todo lo que podemos hacer lo simbolizamos en esos órganos que
nos inventamos.
- El mundo es desafío. Algunas
de nuestras percepciones aún no están formalizadas. Tenemos órganos en
formación con los que representamos eso: Emociones, Intelecto, Memoria
(no biológica sino psicológica) que se entrelaza con las experiencias
anteriores y con las percepciones de los órganos creando un nuevo
tejido, tratando de incorporarse como un dibujo más de la tela de la
interpretación. Pero aún no tienen su forma totalmente definida, se está
creando, la estamos creando.
- El mundo es el límite.
En nuestro sueño compartido habitamos un globo, una burbuja, que
representa nuestro mundo de interpretación. Hacia el centro, lo que ya
vivimos, en la superficie lo que estamos aprendiendo, en el cielo lo que
estamos buscando y más alla... lo desconocido.
- El mundo es nuestro hogar. Esta
burbuja nos cobija, es la seguridad de lo conocido. Esta burbuja es el
arcón de nuestros recuerdos, es el laboratorios de nuestros
experimentos, es el altillo donde pintamos nuestras interpretaciones y
sensaciones, es el parque donde cavilamos.
- El mundo es nuestro condicionante.
También es el punto en el universo que determina nuestra perspectiva:
es nuestro punto de vista. Es nuestro mundo conocido: desde donde vemos
el límite y sentimos el temor allí, afuera.
- El mundo es nuestra pequeña sabiduría.
En él están todos los recuerdos y todas las relaciones entre los
recuerdos: es nuestra conciencia. En él están todos nuestros
conocimientos y la conciencia de nuestros límites junto a la elaboración
que hacemos de la realidad a partir de ese conjunto: sabiduría es lo
que creamos a partir de nuestros conocimientos, recuerdos y
percepciones; el mundo es la burbuja que los contiene.
- El mundo es el purgatorio.
Allí sufrimos el proceso de la frustración en nuestros intentos
fallidos de crear sabiduría. Puesto que el arbol de conocimiento es el
que produce el fruto del entendimiento, es el comienzo del camino de
trabajar para formar sabiduría. Ésta se formará un triunfo, un collar
que aparecerá al final de un hilo temporal con una larga fila de perlas
de fracasos, y estaremos felices por el collar y cada perla dejará de
ser un sufrimiento para ser una joya.
- El mundo es el infierno.
Cuando hemos aquilatado muchas perlas de fracasos y no logramos cerrar
el círculo con el hilo, el collar no se forma. Las perlas pesan en
nuestro cuello, pero no lucen. Cuando el trabajo rinde este fruto amargo
y nuestras fuerzas flaquean es que inventamos el infierno de la
creencia en que no lograremos cerrar el collar y moriremos asfixiados en
una montaña de perlas lacerantes.
- Pero el mundo no es el cielo.
El cielo es la próxima meta, como el horizonte para el caminante. Somos
caminantes del universo, errantes exploradores que transitan un camino
elíptico, pasando por los mismos puntos cíclicamente, pero en cada
vuelta con más experiencia.
Por eso a los mundos se los llama Planetas (Planetes, en griego = "errante").
Por eso el poeta canta: "Caminante no hay camino, se hace camino al andar".
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